Una leyenda andorrana tiene como
protagonista al diablo y a una cruz. La cruz existe y puede ser
visitada, pero de sus siete brazos, uno ha desaparecido.
Cuenta la leyenda que en Prats
había siete compañeros, uno era muy pusilánime y temía al diablo. Los
otros decidieron hacerle una broma. Le invitaron a comer a Canillo y le
dieron una escopeta para que disparara al diablo si se le aparecía.
La escopeta estaba preparada
para que al disparar no dañara. Accidentalmente, en un hostal el
posadero advirtió el problema y la arregló. Cuando uno de sus amigos
bromistas se disfrazó de diablo, él disparó y lo mató. Al día siguiente,
al ir a buscar el cadáver, vieron que el diablo se lo había llevado y
con él uno de los brazos de la cruz.
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